jueves, 20 de diciembre de 2007

Indignada

Nací empezados los ochenta. Crecí en un ambiente en el que nunca creí sufrir un machismo evidente. En el colegio siempre fuimos iguales; cuando nos explicaron por qué éramos físicamente diferentes, cuando nos enseñaron qué son los órganos reproductores, y más adelante cuando nos enseñaban la importancia del uso del preservativo, los riesgos del sida, los pros y los contras del uso de la píldora anticonceptiva etc.. Chicos y chicas escuchábamos y opinábamos por igual. Aprendimos desde lejos lo que eran las desigualdades de género. Escuchábamos horrorizados cómo, en otros países, vendían a las niñas para que se casaran con hombres mayores y en seguida tenían hijos. Aplaudíamos el movimiento sufragista y nos parecía ridículo que las mujeres no pudiesen tener derecho a decidir. Escuchábamos historias, casi como si fueran leyendas urbanas, de las primeras mujeres que estudiaban medicina en Valencia y los profesores se negaban a dar clase con ellas presentes. En nuestro horizonte siempre estuvo la universidad y no entendíamos por qué nuestras abuelas y algunas de nuestras madres no habían estudiado más allá de la primaria. No entendíamos por qué algunas no sabían leer. No iba con nosotras. Nosotras estábamos por encima de eso. Más adelante aprendimos lo que fue la revolución sexual y nos reíamos diciendo “¿revolución?”.
Parece ser que a veces para evolucionar hay que dar un paso hacia atrás. Sino, no se entiende la caza de brujas que hay de repente contra nuestro derecho a decidir. Se escudan en una ley que se redactó en la euforia de la democracia, hace ya 22 años, y no ha sido revisada desde entonces. Ha quedado obsoleta y para algunos sigue siendo demasiado permisiva, ¿qué coño somos? ¿Gallinas de granja? Pensé que YO no tendría que defender mi derecho a tener hijos cuando desee, de eso ya se encargaron generaciones anteriores. Quizás, dentro de no mucho, también tengamos que defender nuestro derecho a voto y tendremos que dar gracias si podemos trabajar.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Mareo

Pues va a ser verdad eso de que la vida da vueltas. Da tantas que me estoy mareando. Hay tantos planes que no quedan papeles donde escribirlos. Habría que hacer un plano mental de cuándo hay que planear el plan antes de plan-tearlo. Basta de planes. Queremos hechos. Queremos poder darle a “pausa” y respirar. Respirar y no dejar que pase el momento, pero cuando te pones a pensar en el momento, el momento ya ha pasado y solo te queda esperar a que la vida siga dando vueltas y quizás vuelvas a ese lugar. Pero para cuando llegues quizás ya no te importe. Para entonces quizás solo te importe tejer bufandas o estudiar el vuelo de las aves que pasan por delante de tu ventana. O estudiar la vida de la familia de al lado, ver si a ellos también les está dando vueltas la vida o te pasa como a ti, que estudiando las vueltas de la vida se te queda el botón atascado en pausa y no evolucionas nunca jamás.

viernes, 14 de diciembre de 2007