martes, 24 de junio de 2008

No quiero planes tibios. Los planes tibios que se queden en las bolsitas de té de los que toman té con pastas, en los discos rayados, en la campana del mayordomo o en las bandejas de las galletas sin chocolate.

Los planes tibios me aburren, me hacen pensar que soy una anciana con problemas cardiacos y que no se me puede excitar a riesgo de que me dé un ataque. Que la gente camine a mi alrededor dando pasitos de pluma por si acaso despiertan al dragón que suelta fuego solo hace que se produzca más fuego. Que no tengan miedo, que el fuego también sirve para cocinar, para calentar el ambiente en invierno o para quemar las malas experiencias, y ahora que estamos en San Juan es un buen momento para aprovecharse del dragón.