El violinista me está ganando la partida.

No tengo el visado para entrar a Ghana y de momento solo me queda esperar a que el lunes estén listos o tendré que retrasar el viaje. Mis poros se abren y se cierran cuando lo pienso. ¡Joder! ¡Tanta preparación para esto! Mientras, vivo en un impasse estos días raros en un piso que ya no es el mío. El violinista está triste porque me voy, y hace lo que sea para que no me vaya. Tantas ganas de matarme y ahora que me podía matar me quiere viva. Estos violinistas son todos iguales, no pueden vivir con nosotras pero tampoco sin. Ahora ha lanzada una campaña para que no consiga cajas para embalar mis cosas. Cada vez que entro a un supermercado, se me adelanta una chica pidiendo cajas y me deja sin. Se equivoca si piensa que no voy a luchar por mi derecho a mis cajas de mudanza. ¡RECLAMO MIS CAJAS DE CARTÓN! Mientras no las consigo, embalo en mini cajas, de manera que sería más fácil no embalar y llevar las cosas sueltas encima de la cabeza hasta mi piso de acogida.

Bueno, me voy a luchar contra la ladrona de cajas. Y luego lucharé contra la embajada de Ghana. Y luego contra el resto del mundo, si puedo, porque por las tardes me viene un poco mal.